Este artículo explora el concepto de «datos ausentes» desde una perspectiva política y social, y no únicamente técnica. Mientras que las definiciones tradicionales de datos ausentes suelen referirse a información que está literalmente faltante o incompleta, el enfoque adoptado aquí, alineado con la artista y educadora Mimi Ọnụọha, considera los datos ausentes como aquello que no existe, pero debería existir debido a demandas sociales y políticas. Los datos ausentes incluyen información completamente inexistente, pero también datos escasos, mal recopilados, eliminados a propósito, difíciles de acceder o subreportados.
El artículo plantea que los datos ausentes son un concepto político y relacional. Por un lado, pueden representar una exigencia desde la sociedad civil hacia instituciones formales, como gobiernos u otras organizaciones, para recolectar y divulgar información crucial sobre problemas públicos. Por otro lado, los datos también pueden ser deliberadamente mantenidos como ausentes por comunidades marginadas para protegerse de la vigilancia institucional. En este último caso, son “ausentes” solo desde la perspectiva de las instituciones que buscan acceder a ellos.
En este contexto, los datos ausentes reflejan dinámicas de poder desiguales y conflictos informáticos entre grupos sociales e instituciones. La ausencia de datos puede ser tanto intencional como sintomática del abandono institucional de ciertos grupos o problemas. Este artículo considera que la clave no es evaluar la ausencia de datos como algo inherentemente «bueno» o «malo,» sino entender su contexto social y político, quién hace la demanda de datos, a quién se le exige, y por qué esa información se considera ausente.
Jungs de Almeida, A., Klein, L., & D’Ignazio, C. (2024). MISSING DATA. En J. Burrell, R. Singh, & P. Davison (Eds.), Keywords of the Datafied State.